Eran como las 4 de la tarde, yo estaba en la casa de mi tía (hermana de mi mama), probándome ropa interior (ya que mi tía vende ropa en su casa), de hecho ese era el motivo de mi visita, comentaba con mi tía lo cómodo y lindo que era ese conjunto que traia, cuando sonó mi celular, y salio a hablar, regreso con cara de preocupación y me dijo que tenía que irse por que uno de mis primos había chocado y estaba en la delegación, salio casi corriendo pero antes me dijo… Quedate pruébate lo que quieras y luego vemos que onda.

Yo de lo más tranquila seguí, provándome ropa, me desnudaba sabiendo que estaba sola, no tenia tapujos en mirarme al espejo desde todos los ángulos, escuché la puerta pero pensé que mi tía había olvidado algo así que seguí.

Conforme pasaba el tiempo yo sentía que alguién me observaba, pero no lo tomaba en cuenta; De pronto por el espejo vi como un ojo me observaba desde la puerta que había quedado entreabierta, cuando mi tío se vio descubierto, no le quedo más remedio que abrir por completo la puerta, yo de inmediato me tape, sus ojos me miraban con deseo, una vez descubierto sabía que no tenia nada que perder así que dijo:

¿puedo seguirte viendo?

El esposo de mi tía, hombre de 40 y tantos atractivo, y yo adolescente cachonda, seguí el juego, sin tapujos me denudaba y me ponía uno y otro conjunto, el descaradamente saco su pene y comenzó a masturbarse mientras me observaba, yo tratando de mantener la calma, seguí modelando aquellos sexys conjuntos, verlo masturbándose me estaba calentando, me senté frente a él y comencé a tocarme también por encima de la tangita.

Cuando la hice a un lado y deje al descubierto mi joven y lampiña vagina el se abalanzó a chuparmela, yo me deje llevar, era una sencación increíble, pensé en devolverle aquel favor así que me arrodille frente a el y chupe con inexperiencia su enorme pene, su sabor me encantaba, me volvía loca, me levantó y yo por instinto recargué mis manos en la pared, el me hizo de nuevo a un lado la tanga y me penetro, me hizo el amor de una manera increíble, justo antes de venirse se la saco y se vino en mi culo, desde entonces mi tío y yo mantenemos una hermosa relación clandestina. 
 
saludos 
alexa

Eran como las 2 de la mañana (viernes para amanecer sábado), yo estaba dormitando cuando comenzó a sonar mi celular, era un mensaje de mi vecino que vivía justo en la casa de al lado, tendrá unos 28 años y hacia unos dos meses que nos hablamos a pesar de haber vivido ya mas de 10 años como vecinos. 

Un buen día comenzó a hacerme la platica, y yo no le tiraba la onda, pero el a mí no paraba.

Bueno total, miro el mensaje y es de él, el mensaje decía: «Hola preciosa, ¿que haces?», a lo que yo respondí: «Tratando de dormir ¿y tu?», lo siguiente que sucedió fue que sonó mi celular y era el, me hizo platica banal durante unos 15 minutos, hasta que aquello comenzó a calentarse, de pronto el me propuso subir a la azotea a platicar, nuestras casas están juntas, al igual que las azoteas, solo las divide una bardita como de 1 metro. Yo puse un poco de pretextos pero finalmente terminó por convencerme. Aquella noche no hacia mucho frió, así que tome los primeros zapatos que encontré y me fui en «pijama» dirección a la azotea.

El estaba ahí, y no pudo evitar devorarme con la mirada, yo llevaba puestas unas licras y una blusita muy ajustada, el cruzó la bardita y quedamos en mi lado de la azotea, platicamos durante una hora o un poco más. Para entonces la temperatura de la conversación ya había subido demasiado.

De vez en vez su mano se acercaba a mi pierna, de pronto comentó que tenía mucho frío y me propuso ir a su cuarto. Como la bardita que separa la azotea es alto, me ayudo a pasar al otro lado tomándome de la cintura, una vez en su cuarto note que su reproductor DVD estaba prendido, la tele estaba apagada y yo que soy muy curiosa le pregunté que cual era la película que veía. Se puso muy nervioso, y se dirigió a apagar el DVD, después de mucho insistir confesó que era una película pornográfica, yo le dije que nunca había visto una, y así fue que lo convencí de que la pusiera de nuevo. Después de 10 minutos de película  yo me sentía super exitada; Más con la situación que estábamos pasando que con la peli.

Note como en lugar de ver la película, él no paraba de mirarme. En la pantalla la mujer estaba siendo penetrada por el ano, de pronto y rompiendo el silencio me preguntó que si no sentía curiosidad de sentir lo mismo, la verdad es que tenía muchísima y le respondí que sí. El se levanto y saco una bolsita de su cajón, dentro había una botellita y un condón, sin decirme nada me levantó de los brazos y me quito la blusa, luego me bajo el short y quedé totalmente desnuda. Me pidió que me pusiera en cuatro patas en la cama y de pronto sentí como un liquido se derramaba por mi ano pasando por mi vagina, era el líquido del botecito de lubricante que guardaba con el condón. Sentí como poco a poco me introducía un dedo, luego dos, y luego tres… Yo no hacia mas que gritar, era un dolor y placer muy intenso.

De pronto se detuvo, y yo quede ahí inmóvil unos segundos, después sentí la envestida de su pene el cual me hacia gritar de placer, yo como un reflejo comencé a cerrar y a abrir mi ano. Por el espejo vi que cada ves que yo hacia eso el también gritaba del placer, estuvimos así como unos 20 minutos, hasta que finalmente  se vino en su último y enorme grito de placer.

Yo había quedado muy caliente así que ya en mi casa, antes de poder dormir me masturbe recordando lo vivido y tuve un orgasmo suuuper rico que me hizo vibrar.

Después de eso el ha estado llamándome, pero no se, fue algo muy raro que no se si algún día repetiremos.

Besos pau

Hola sexstoriesteen, entre a su página por medio de una amiga, mientras leía la historia de ‘violada por un desconocido’ recordé una historia que me sucedió hace un par de meses, y que me gustaría que publicaran en su página, (la he conservado en secreto para toda mi familia y amigas, sin embargo me encanta la idea de que la gente la conozca y se excite tanto como yo aquel día):
 
Resumen: Caminaba rumbo a la prepa en la que estudio cerca de Chapultepec, aquel día teníamos una presentación de un producto para una materia, en la que venderíamos un hotdogs, mi equipo y yo habíamos decidido que mi amiga y yo, hiciéramos el papel de edecanes, así que quedamos de vestirnos igual con una microfaldita amarilla y una blusita strapless rosa, mientras caminaba. La verdad es que aquel día me sentía mucho más guapa que de costumbre, mire el reloj y me di cuenta que era tardísimo, y aun me faltaba caminar un rato, así que levante mi mano y tome un taxi, aún así nunca llegué a la presentación.

Desde que me subí al taxi note que el chofer no paraba de mirarme, era un hombre como de 45 años, delgado pero fuerte, era alto, y moreno, note que con uno de los espejos estaba espiando mis piernas, yo me sentía de lo más incomoda incluso pensé en bajarme, sin embargo el hecho de saberme tan retrasada me hizo seguir, me limitaba a decirle las indicaciones del camino, de repente dije ‘en esta calle a la izquierda’ y el siguió derecho, tomando una avenida grande, inmediatamnete mis piernas empezaron a temblar, sabia que sus intenciones no eran buenas, pero mis nervios eran tantos que no decía nada.
 
Después de un par de minutos entro a un motel, pensé en gritar pero el lugar en el que estábamos y la situación me hizo callar, metió el taxi en uno de los garajes, y con insultos me hizo bajar del taxi, fue entonces que saco un arma, era una pistola mediana plateada (no se nada de armas)
 
Subimos unas escaleras y llegamos al cuarto de hotel, sin mediar palabra me levanto la minifalda y me arranco la tanga, me tumbo en la cama boca abajo y comenzó a chupar mi ano y mi vagina,  cuando estiro las manos note que su arma era de bil plástico, pero aquello que me hacia era demasiado placentero, así que me deje, paro un segundo, yo me quede ahí, lo siguiente que sentí fue su enorme pene penetrando mi vagina, solo puje, se acostó encima de mi y comenzó a susurrarme cosas sucias como:
 
-‘me encanta cogerme a las virgencitas como tu’
 
Mientras mas cosas me hacia y mas insultos decía yo me exitaba mas y mas, sabia que estaba en una situación peligrosa pero eso me hacia exitarme más, el hombre al ver que yo no oponía ninguna resistencia me levanto, y se desnudo  por completo, casi por instinto me puse en cuatro de frente a el quedando su pene justo frente a mi cara, con mas instinto que experiencia comencé a chuparsela, el me tomo con fuerza del cabello, y me la metía lo mas profundo que podía, yo hacia como que me ahogaba y el sacaba, eso como que le exitaba y a mi también, luego me bajo la blusa y me quito el brassiere dejando al descubierto mis pechos, comenzó a masturbarse frente a mi, termino en mi cara, y me dio un beso en la boca, sin mediar palabra entro al baño, después de unos minutos salio y se fue sin decir nada, yo estaba ahí tumbada asimilando lo sucedido, luego me di cuenta que se había llevado mi brassiere, y mi tanga estaba rota así que tendría que irme directo a mi casa, salí de aquel lugar y tome un taxi rumbo a mi  casa, nunca llegue a la escuela.

Desde entonces he tratado muchas veces de provocar una experiencia similar pero aún no lo he logrado.
 
Saludos desde México Pau

Os voy a explicar cómo fue mi primera experiencia sexual, cuando yo tenía 18 años. Sucedió en el tren de cercanías que lleva a mi universidad y que iba (y sigue yendo) normalmente a tope a primera hora de la mañana. Un día, se estropeó el tren y tuvimos que esperar el siguiente, con lo que se juntó la gente de los dos trenes. Íbamos apretados como sardinas, sin poder movernos ni un centímetro. El trayecto dura 35 minutos y conforme iba parando en cada estación cada vez íbamos más apretados.

 

 

Yo me quedé aprisionada entre un hombre de unos 45 años , un poco bajito pero bastante atractivo que estaba detrás mío y una chica más o menos de mi edad. Al cabo de un rato noté unos movimientos por detrás que acabaron por concretarse en una mano que se posó sobre mi culo y que empezó a acariciármelo a través de la falda. Me giré para ver quien era y aunque al girarme paró, no podía ser nadie más que el hombre situado a mi espalda. Al volverme a girar, el prosiguió con sus tocamientos. No era la primera vez que me sucedía algo así, pero en las otras ocasiones me había podido escabullir. En ese momento era absolutamente imposible. Me dio corte montar una escena ahí, pues yo era muy tímida, así que le dejé hacer, pensando que tampoco tenía demasiada importancia que me tocara el culo a través de la ropa.

Mientras, delante mío y de cara a mi tenía una chica muy guapa, alta como yo y con unos pechos de un tamaño apreciable que quedaban justamente a la misma altura que los míos. Al principio no me di ni cuenta, pero no se si por lo toqueteos del hombre de detrás o porqué, pero empecé a notar gusto con el roce de mis pechos con los suyos. Era verano y las dos llevábamos unos tops ajustados y finitos, por lo que notaba perfectamente sus pechos. Conforme la excitación fue subiendo, mis pezones se fueron poniendo tiesos, cosa que se notaba a través del top. La otra chica se dio cuenta, pero lejos de intentar girarse (cosa harto difícil por otra parte) aumentó más si cabe el roce, exagerando un poco el balanceo natural del tren. Noté que a ella también se le erizaban los pezones y me empecé a excitar.

Mientras, detrás, el hombre debía haber tomado mi pasividad por aceptación y ya no se conformaba con tocar a través de la ropa y me había subido ligeramente la faldita, acariciando mis piernas, mis muslos y más tarde mi culo, éste por encima de las braguitas. Yo me volví a girar, no ya para que parara, sino para comprobar que nadie se daba cuenta de lo que sucedía, pues me hubiera dado mucha vergüenza que alguien se diera cuenta, pero comprobé que nadie se percataba de lo que sucedía. Cuando él vio que yo no ponía ninguna objeción, se lanzó todavía más, metiéndome la mano por debajo de las braguitas y tocándome y acariciándome el culo. Yo no había tenido relaciones sexuales con ningún chico. Había salido con algunos pero a lo máximo que habían llegado era a acariciarme los pechos por encima de la ropa, así que aquello me estaba excitando un montón. Mientras, la chica delante mío seguía balanceándose exageradamente, frotando sus pechos con los míos, pero sin atreverse a hacer nada más. Yo, aunque estaba muy excitada, tampoco me atrevía a hacer nada. No nos atrevíamos a mirarnos a la cara ya que del corte que nos daba nos mirábamos de reojo. Nunca había sentido ninguna atracción por las chicas, pero lo cierto es que aquel rozamiento con sus pechos, con sus pezones, unido a los tocamientos por detrás me estaban calentando muchísimo.

El hombre fue deslizando su mano a mi entrepierna. Yo estaba muy excitada y separé un poquito las piernas para facilitarle el acceso y él, como era más bajito que yo, pudo llegar desde atrás a la parte de delante, empezando a acariciarme con mucha suavidad y delicadeza, dándome un gusto enorme que yo nunca había sentido. Esa fue la primera vez que alguien acarició mi sexo. Siguió con las caricias un rato, notando yo que cada vez estaba más mojada. Él al notar lo mojada que estaba se dio cuenta de que estaba realmente excitada y que me estaba gustando lo que me hacía. Me fue metiendo un dedo dentro, también con mucho cuidado, y fue alternándolo con caricias sobre el clítoris. La chica de delante seguía poniéndome frenética con sus frotamientos. El hombre fue aumentando el ritmo poco a poco y yo me fui calentando más y más. Las sensaciones que experimentaba eran maravillosas, hasta el punto que del placer que me daba casi se me doblaban las piernas. Así siguió un rato hasta empezar a llegar al primer, intenso e inolvidable orgasmo de mi vida. Él, al notar la contracción de mis músculos aumentó la rapidez e intensidad de sus movimientos haciéndome tener un maravilloso y prolongado orgasmo, que ocurrió un par de minutos antes de llegar al destino del tren, teniendo yo que disimular para que nadie notara lo que me acababa de suceder. Me dejó totalmente extasiada el placer que había sentido, incomparable con nada que hubiera experimentado con anterioridad. Al llegar a la estación la chica se fue por su lado, imagino que con una calentura considerable pero sin atreverse a tomar ninguna iniciativa. Para llegar a mi universidad tenía que pasar por unos caminos entre bosquecillos y jardines que hay en el campus. Noté que el hombre me seguía, y en un momento dado se acercó a mi y me dijo que lo acompañara, cogiéndome por el hombro y llevándome por un camino que no era el que seguía todo el mundo y que llevaba a un lugar apartado.

En un primer instante tuve miedo, pues no sabía que intenciones tendría. Al llegar a unos arbustos que tapaban el lugar de cualquier mirada indiscreta, me preguntó si me lo había pasado bien. Yo, casi sin atreverme a mirarle, le dije tímidamente que si. Él me dijo que por qué no lo hacía disfrutar ahora a él, después de lo cual se bajó la bragueta. Me dijo que se la acariciara. Dudé un instante, pero sentía una sensación de agradecimiento hacia aquel hombre que me había proporcionado aquel placer tan intenso y desconocido hasta entonces por mi y pensé que no me podía negar y que era justo corresponderle. Algunas amigas me habían explicado que lo habían hecho a sus novios y tenía curiosidad por probarlo, así que metiendo la mano en su bragueta, saqué su polla que estaba ya muy tiesa y cogiéndola con mi mano izquierda se la empecé a menear. Como no lo debía hacer muy bien, el me agarró la mano y me enseñó como hacerlo. Era una sensación muy agradable tener ese miembro de carne caliente y tieso en mis manos. Mientras lo masturbaba él empezó a acariciarme los pechos, primero por encima del top, más tarde introdujo su mano por dentro y empezó a acariciarlos por encima de los sujetadores. Luego me los desabrochó y empezó a acariciármelos directamente sobre la piel, cosa que nadie había hecho antes, diciéndome que le encantaban lo grandes que lo tenía para lo jovencita que era, pero que lo que más le gustaba era lo duros que los tenía.

Estos comentarios unidos a las caricias hicieron que me volviera a excitar otra vez. La temperatura sexual fue aumentando en los dos, empezando él a gemir, preguntándome entre gemidos si me gustaba, a lo que yo contestaba, entre suspiros, que si, pues me estaba volviendo a poner super caliente. Fue la primera vez que comprobé lo que me excitaba que me tocaran los pechos. Él, además, sabía como acariciarlos, con suavidad, deteniéndose en lo pezones, cosa que hacía que me volviera loca. Yo me excité muchísimo, cosa que el notó y debió calentarle más todavía. Viendo como estaba yo de excitada me propuso hacer el amor. Yo a pesar de que estaba tan excitada tenía miedo, pues aunque no era virgen (me había desvirgado accidentalmente una vez con un tampax) me daba cosa meterme aquel pedazo de carne en mi pequeño agujerito, pensando que me haría mucho daño. Le dije que prefería que no, que no lo había hecho nunca, ante lo cual él no insistió, pero me dijo si se lo quería hacer con la boca. Aunque también me daba un poco de cosa, no supe negarme otra vez y me arrodillé delante de él para hacer la primera mamada de mi vida, aunque no tenía ni idea de como hacerlo. Él se dio cuenta y me fue dando instrucciones. Primero que la chupara, como si fuera un helado, recorriendo la punta con la lengua. Tenía un sabor un poco amargo, pero no era desagradable en absoluto. Después de estar un rato así, me dijo que me la metiera entera en la boca, rodeándola con los labios, y que la fuera recorriendo de arriba abajo. Sus gemidos eran continuados, diciéndome que lo hacía muy bien, que no parara, aunque tengo mis dudas de que realmente lo hiciera bien. Creo que lo que de verdad le excitaba era saber que le estaba haciendo la primera mamada de mi vida. Era una sensación muy gustosa el recorrerla con los labios y la lengua, pues era a la vez una cosa suave y delicada pero que estaba totalmente tensa y parecía un volcán a punto de estallar, que en efecto no tardó en estallar en el interior de mi boca, sin que yo me lo esperara, tragándome una buena parte de su semen y quedándome sorprendida de la cantidad de líquido que había salido. Sin dejarme levantar, me tumbó en el suelo, levantándome la faldita diciéndome que ahora quería hacerme disfrutar a mi y quitándome las braguitas. No puse ninguna resistencia pues estaba muy caliente y sabía que como él se había corrido, ya no me iba a follar. Pensé que me iba a hacer lo mismo que en el tren y la verdad es que me apetecía que lo hiciera pues quería volver a experimentar la sensación que noté con mi primer orgasmo y desahogar la excitación que tenía en ese momento. Separé las piernas y ante mi sorpresa el se lanzó a devorar mi rajita con su boca y lengua. El placer que sentí fue todavía mayor que cuando me había acariciado con sus dedos. ¡Cómo movía la lengua! A ratos lenta, de arriba abajo, a ratos rápida, deteniéndose en el clítoris, teniendo yo que morder mi top para no gritar de puro placer. Mientras, me agarraba el culo con las dos manos, colocando mis piernas sobre sus hombros para tener el acceso más fácil al interior de mi sexo. Luego me acariciaba los pechos. No tardé nada en tener un nuevo orgasmo. Imagino que al oír mis gemidos y gritos ahogados él debió de volverse a excitar.

El tener una jovencita de 18 añitos para él, totalmente inexperta, que estaba descubriendo los secretos del placer con él, que estaba completamente a su disposición y que además tenía un cuerpo espléndido le debía volver absolutamente loco. Estaba yo todavía disfrutando del primer orgasmo cuando noté que me estaba empezando a meter su polla, que volvía a estar tiesa otra vez. Me dijo que no me preocupara, que iría poco a poco y que ya vería como me gustaba. Afortunadamente fue con mucho cuidado, metiéndome sólo la punta. Intenté quejarme, pero los movimientos de la punta de su polla empezaron a darme tal gusto que fui incapaz de emitir ningún sonido que no fuera un gemido de placer. Viendo que yo no ponía ninguna objeción, sino todo lo contrario, me la fue metiendo poco a poco, con mucha delicadeza, sintiendo yo a cada centímetro que penetraba en mi interior un nuevo e intenso placer, hasta que llegó a meterla por completo. Que sensación más extraña, increíble y maravillosa cuando por fin la tuve toda dentro. Me entregué por completo a él, rodeándole con los brazos, atrayéndolo hacia mi y besándolo con pasión, juntando nuestras lenguas en un beso intenso y sentido, con el que le demostraba mi entrega absoluta. Él empezó a moverse con mucho cuidado. Yo lo abrazaba con todas mis fuerzas, sintiendo a cada movimiento suyo una inmensa oleada de placer. Notaba su polla en todo mi interior, me llenaba por completo y me daba un gusto increíble, nunca sentido hasta entonces. Aunque visto con la perspectiva del tiempo creo que aquel hombre se aprovecho de mi inexperiencia, tengo que agradecerle la delicadeza con que me hizo el amor, no preocupándose únicamente de satisfacer sus deseos, sino también de hacerme disfrutar en mi primera experiencia. Yo me dejaba hacer, abriendo las piernas al máximo que podía para sentirle más adentro. El se movía lentamente, haciendo que mi excitación y nerviosismo aumentaran. Mientras, con la boca y lengua me recorría los pechos, aumentando mi grado de excitación por momentos hasta llegar a un extremo tal que no pude resistir más: le agarré con las dos manos el culo y empecé a empujarle con fuerza hacia dentro. Él se debió sorprender, pero le debió excitar mucho pues enseguida empezó a embestirme con fuerza y rapidez, empezando yo enseguida a tener un orgasmo tras otro en una sucesión maravillosa y que parecía no tener fin. Yo solo acertaba a gemir tímidamente, pareciéndome increíble que pudiera sentir tanto placer. No me podía creer lo que estaba haciendo. Yo que hasta ese momento no había permitido a ningún chico con los que había salido que me tocara, había tenido mi primer orgasmo, le había hecho una mamada a un hombre mayor desconocido y ahora estaba disfrutando como una loca dejando que ese hombre me follara, teniendo un orgasmo tras otro y deseando que no se acabara nunca. El debía estar disfrutando también, pues imagino que no debía haber tenido muchas oportunidades de tener relaciones sexuales con un jovencita de 18 años y que además, aunque esté mal que lo diga yo, con un cuerpecito perfectamente desarrollado que hacía que muchos chicos me fueran detrás. Por si eso fuera poco, se añadía el morbo de saber que yo era virgen, que era el primero en acariciar, besar y lamer esos pechos ya de un tamaño apreciable, pero con la dureza y tersura de la juventud. Él estaba siendo el primero en sentir el despertar de mi carne, en hacerme perder la cabeza hasta entregarme por completo al placer que me proporcionaba un hombre, el primero al que yo sentía dentro de mi y me hacía sentir como una mujer. Él se daba cuenta de lo que yo estaba disfrutando e imagino que eso todavía le hacía sentirse mejor. Finalmente, el no pudo contenerse más y se corrió dentro de mi, sintiendo yo como me inundaban sus cálidos fluidos y haciéndome llegar a mi enésimo orgasmo.

Afortunadamente yo tomaba pastillas para controlar la regla y no hubo riesgo de quedarme embarazada. Al terminar, él se levantó y se vistió. Sin decir ninguna palabra, me dio un beso muy cariñoso y se fue. Nunca lo he vuelto a ver ni a saber de él. Si por casualidad leyera este relato, seguro que se reconocería en él y recordaría aquella experiencia. Él tuvo el privilegio de disfrutarme por primera vez y yo el de iniciarme con una hombre que sabía lo que se hacía. Si me viera ahora, seguro que tendría ganas de volver a repetir aquella experiencia, aunque quizás ahora sería yo quien le hiciera algunas proposiciones…

Autor: Anónimo  
   
   
   
Contenido: Un ruido llamó su atención, miró hacía abajo y pudo observar como se abría la ventana de enfrente, un piso más abajo. Era él, aquel muchacho que llevaba dos meses viviendo en el edificio, estaba en el baño y se disponía a afeitarse. Tenía el torso desnudo y una toalla enrollada en la cintura, ella no pudo evitar mirarle y se escondió tras la cortina de la ventana como si estuviera haciendo una travesura. Podía verle muy bien desde allí, era un chico muy atractivo, tenía la piel bronceada y los músculos de los brazos marcados, aunque no demasiado. No tenía prácticamente vello en el pecho y se podía adivinar que hacía deporte por su aspecto tan fibroso, llevaba el pelo un poco largo y ondulado.Ella se sorprendió de la excitación que le provocaba ver a ese hombre, deslizó sus manos sobre su bata de seda, acariciándose y dejando que se resbalasen sobre la suave tela, esa sensación le gustaba y disfrutó de ella sin apartar la mirada de la ventana. Sin querer sus manos tiraron del lazo que sujetaba la bata y sus dedos se dirigieron lentamente a su entrepierna, tenía ganas de tocarse, tenía ganas de sentir…

Levantó suavemente la tela de sus braguitas, él estaba terminando de afeitarse y estaba agachado ante el lavabo, lavándose la cara. Se incorporó y de repente sus ojos se clavaron en la imagen de una mujer que le observaba desde el piso de arriba, ella se sobresaltó y se escondió rápidamente tras la cortina, el corazón le latía fuertemente mientras se abrochaba la bata. No podía creer lo que había estado a punto de hacer, ¿le habría visto aquel muchacho?… Tímidamente volvió a mirar a través de la cortina, él seguía allí, se quitó la toalla que le cubría quedando completamente desnudo. Mientras entraba en la ducha volvió a mirar hacía la ventana de arriba y adivinó una silueta agazapada que seguía observándole.

Ella se vistió y decidió salir de casa para ir al supermercado, en el camino iba pensando en lo que le acababa de pasar. Era una mujer madura, tenía cuarenta y siete años, casada y con hijos, aquel muchacho podía ser hijo suyo, tendría unos veinticinco años como mucho. Era feliz en su matrimonio, aunque su vida sexual dejaba mucho que desear, hacía el amor con su marido de manera rutinaria y mecánica, casi no sentía placer. Muchas veces se había imaginado a sí misma como la protagonista de una película porno, probando todas esas cosas que había visto, siendo penetrada por todos lados y por muchos hombres, pero enseguida se arrepentía de esos pensamientos al imaginar lo que pensaría de ella su marido e incluso sus amistades, su círculo social era muy conservador y muy religioso, se sentía como una niña pequeña a la que le decían que eso era pecado. Pero ella intuía que el sexo tenía que ser algo más que lo que su torpe marido le ofrecía en la cama.

Inmersa en sus ensoñaciones volvió a casa cargada de bolsas, el portero le abrió la puerta y la saludó como muchos otros días. Subió en el ascensor hasta el tercer piso y buscó la llave en el bolso, abrió la puerta de su casa y cogió una de las bolsas que había dejado en el suelo, con el pie empujó la puerta para cerrarla pero no se oyó el ruido del portazo habitual. Ella se giró a la vez que una mano le tapaba la boca y el filo de una navaja presionaba contra su cuello, las bolsas cayeron al suelo y pudo ver como una manzana rodaba por el suelo hasta chocar contra una pared.

– No se te ocurra gritar- le susurró una voz al oído.

En el espejo del recibidor pudo ver el reflejo de su atacante, era un hombre alto, llevaba la cara tapada con un pasamontañas negro y las manos enguantadas. Podía notar el tacto del cuero contra sus labios y la fuerza de los brazos que la apretaban contra el pecho de aquel hombre, sin duda era una persona fuerte y joven.

Él empujó la puerta y se cerró de un golpe, después la llevó a la fuerza por el pasillo hasta su habitación y la hizo tumbarse en la cama. Comenzó a llorar, estaba muy asustada y todo su cuerpo temblaba. Él se le acercó sin soltar la navaja y besó sus lágrimas.
– No tienes nada que temer. Estoy aquí para hacer realidad tus sueños.

Y deslizó sus besos hasta su boca, ella se resistió pero ante la fuerza de su lengua y al temor de ser herida por el filo del arma, acabó abriendo sus labios para dejar que la besara. La sensación de esa boca desconocida la desorientó y no se dio cuenta de que mientras recibía ese beso, él la había esposado a los barrotes de la cama. Quiso gritar al verse tan indefensa pero esa lengua ocupaba todavía su boca y no le dejaba hacerlo, así que apretó sus dientes con fuerza y el extraño se retiró rápidamente hacía atrás.
Antes de que pudiera gritar la mano de cuero le tapó la boca mientras le susurraba:

– Confía en mí, por favor.

Los ojos de aquel hombre se clavaron en los suyos y parecían decirle la verdad, parecía que ese hombre no iba a hacerle nada malo. Él le tapó la boca con un pañuelo que sacó de un cajón de la cómoda y se sentó a su lado, observándola. Estuvo así varios minutos, hasta que sus manos comenzaron a acariciarla, suavemente, muy despacio. Ella se puso tensa y no quitaba la miraba de esos ojos que se dejaban ver entre los agujeros del pasamontañas, poco a poco fue relajándose y empezó a sentir lo agradable que eran esas caricias. Esas manos desabrocharon su blusa lentamente y se apoderaron de sus senos, la sensación de los guantes de cuero contra su piel le excitó y cerró los ojos, lo que aquel hombre le hacía le estaba gustando y eso no estaba bien, era un extraño que había irrumpido en su casa y pretendía violarla.

El filo de la navaja rasgó la tela del sujetador y sus pechos quedaron expuestos, con los pezones bien duros. Él acercó sus labios y comenzó a chuparlos, deslizando su lengua con avidez, ella sabía que no iba a poder contenerse a eso y notaba como sus braguitas se humedecían poco a poco. En su interior luchaba por no sentir placer pero esa lengua la volvía loca y no podía resistirse. Sintió unos suaves mordiscos en los pezones mientras unas manos se sumergían bajo su falda buscando su cálida entrepierna. Podía notar la erección de aquel hombre frotándose contra ella, parecía que el pantalón le iba a reventar cuando se desabrochó la cremallera y liberó una enorme verga sonrosada que apuntaba hacía arriba. En su escasa experiencia sexual jamás había visto algo parecido.

Enfrente de la cama había una mesa pequeña, como de un metro de altura, cubierta por una tela de terciopelo y llena de fotografías. Él se dirigió hasta la mesa y de un manotazo tiró todo al suelo, luego se acercó hasta ella y la liberó de sus esposas haciéndola levantar de la cama. Esto la asustó, no sabía lo que se proponía aquel individuo, pero por una extraña razón, no forcejeo demasiado, se dejó llevar hasta la mesa y él la tumbó encima con el pecho apoyado sobre la tela. En un rápido movimiento esposó sus manos a las patas y usó dos pañuelos para sujetar sus tobillos a las otras dos patas. No podía moverse en absoluto, él se le acercó por detrás y le subió la falda hasta la cintura, llevaba unas medias de encaje negro con un liguero y unas braguitas a juego, notó como le rasgaban las bragas con la navaja y su sexo quedaba totalmente expuesto para aquel desconocido.

Los dedos enguantados recorrieron su cálida abertura recogiendo los flujos que comenzaban a salir, esto hizo sonreir al hombre, sabía que ella iba a disfrutar de aquel encuentro. Deslizó la fría navaja por el ardiente sexo , esto la hizo estremecerse. De repente notó una lengua recorriéndola, buscando su vagina, su clítoris… Dios mío, hacía mucho que no sentía tanto placer, alguna vez su marido se había entretenido en hacerla disfrutar, pero ya no se acordaba de eso. Notaba como la lengua se agitaba dentro de su ser y las piernas le temblaban por las oleadas de placer que acudían a su cuerpo. Mientras los dedos de aquel hombre acariciaban su clítoris y conseguían que un orgasmo la invadiera. Abrió los ojos y pudo ver en el suelo una fotografía de su boda con el cristal hecho añicos, aquel extraño le había proporcionado el placer más intenso que había experimentado en su vida. Y ahora quería más y él estaba dispuesto a darselo, se acercó hasta su boca con su pene erecto entre las manos, retiró el pañuelo que la tapaba y la obligó a chuparlo sujetándole el cabello con las manos. Pensó que tendría que forcejear con ella para que se la comiera, pero para su sorpresa ella aceptó ese miembro en su boca y comenzó a mamarlo sin miramientos. Él se derretía de placer, al fin la tenía allí, toda para él, como había soñado muchas veces, chupaba su pene con muchas ganas y se sometía a él como en sus fantasias. Ya no pudo más y se volvió a colocar detrás de ella penetrándola de un golpe, se agarró a sus caderas y comenzó un ritmo frenético entre los gemidos de ambos. Él sabia que debía controlar la situación o se correría pronto, así que ralentizó sus movimientos y con su guante buscó los fluidos que rezumaban de ella, se impregnó bien de ellos y se dirigió a su ano, para comenzar a dilatarlo.

Ella enseguida se dio cuenta de lo que pretendía, nunca había practicado sexo anal y le entró miedo pero decidió relajarse y sentirse como la protagonista de esa película porno que tantas veces había imaginado. Un dedo se introdujo en su ano moviéndose en círculos mientras él seguía follándola sin descanso, la sensación fue un poco dolorosa al principio pero le fue gustando poco a poco y la enloqueció cuando sintió dos dedos en su interior agitándose y dilatando su agujero. Cuando estuvo lista él sacó su miembro de la vagina y lo acercó despacio hasta su ano, penetrándola con cuidado, pero con decisión y hasta el fondo. Un grito de dolor se escapó de sus labios, pero pronto se convirtieron en gritos de placer. Él ya no pudo contenerse más y desató toda su fuerza penetrándola sin cesar , aumentando el ritmo de sus embestidas hasta sentir como un orgasmo le invadía y se corría en su interior mientras le flaqueaban las piernas.
Muy despacio desató sus piernas y después se arrodilló ante ella y se acercó para besarla en los labios mientras soltaba sus manos de las patas de la mesa. Ella le correspondió a aquel beso y él le sonrió, pero enseguida salió corriendo de la habitación y se alejó por el pasillo para salir de la casa dando un portazo.

Ella se quedó tirada en el suelo, pensando en todo lo que acababa de pasar y en todas las sensaciones nuevas que había experimentado. Había descubierto por fin lo que es el placer y lo que es sentir un buen orgasmo, a sus cuarenta y siete años el sexo le ofrecía muchas cosas que jamás había imaginado. Se levantó del suelo y comenzó a recoger la casa para no dejar ninguna huella de lo que había sucedido, al poco tiempo llegó su marido y la encontró en la cocina.
– Hola cariño, ¿Qué tal todo?- dijo mientras le daba un beso distraído.
– Bien, todo bien.

Se acercó a la cortina y pudo ver como se abría la ventana del baño del vecino, allí estaba él y sobre el lavabo tenía un par de guantes de cuero.